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Planes con niños: qué hacer y dónde ir en familia

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Dónde comer en Oviedo, con niños

Os contamos nuestra experiencia en la zona de restaurantes de Oviedo
Os contamos nuestra experiencia en la zona de restaurantes de Oviedo

En nuestro viaje a Oviedo con los niños, queríamos que también conociesen platos típicos de la gastronomía asturiana. Unos días antes, habíamos probado algunos en Gijón (podéis verlo en nuestro post sobre dónde comer en Gijón con niños), pero Oviedo es muy conocido por la promoción que hace del mundo de la sidra y de las sidrerías,.

Con la mente puesta en las sidrerías, tras pasar el día admirando la catedral, recorriendo Oviedo guiados por un peregrino y descubriendo las estatuas que hay por todas las calles ovetenses, salimos a cenar con el deseo de descubrir todo lo que Oviedo nos podía ofrecer en cuanto a tapas y platos típicos de sidrería, tanto a nosotros como a nuestros hijos (a ellos con un refresco de acompañamiento, claro). Vamos, que nos decidimos a descubrir el mejor sitio para comer en Oviedo con nuestros niños.

Restaurante El Gasconín
Restaurante El Gasconín

Lo primero que hay que saber es que en Oviedo existe lo que llaman el ‘bulevar de la sidra’, formado por la calle Gascona, muy cerca de la catedral, y algunas calles colindantes. Si pasas por allí, es imposible no darte cuenta, porque lo anuncian con un gran tonel en el que está escrito “Oviedo Gascona El Bulevar de la Sidra” y, en cuanto se aproxima la hora del aperitivo, la de la comida, la del pincho de media tarde o la de la cena, toda esa zona se pone como un hervidero de gente buscando acomodo.

La afluencia de gente en esta zona de restaurantes de Oviedo es uno de los problemas, sobre todo cuando vas con niños: encontrar un sitio más o menos tranquilo. Un truco para conseguirlo es evitar las horas punta (mejor comer a las 13:00 que a las 14:00 y mejor cenar pronto o, claro muy tarde).

Camarero escanciando sidra en un restaurante de Oviedo
Camarero escanciando sidra

En todos los locales, cuando pides sidra, el camarero te la escancia, a menos que seas un artista del escanciado y quieras hacerlo tú mismo. No hay que avergonzarse porque en todas las sidrerías se ve a los camareros pendientes de ir a escanciar en cuanto al cliente se le vacía el vaso. Las raciones son pequeñas, tipo tapa, así que te permite pedir un poco de cada cosa para así tener una idea de conjunto de todo lo que se puede comer.

Fotos de restaurantes y sidrerías de Oviedo

Aquí os dejamos algunas fotos de la zona de restaurantes y sidrerías para ir a comer con los peques en Oviedo:

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Otra peculiar forma de conocer la capital de Asturias es contratando una ruta con alicientes especiales para los niños: un tour de La Regenta, un tour del peregrino, o una visita guiada a la catedral de Oviedo.

Los cachopos: muy consistentes

Puesto de venta de cachopos en Oviedo
Puesto de venta de cachopos en Oviedo

Hay algo que debéis probar si vais a Asturias: el cachopo: ¿qué es el cachopo?, pues dos filetes colocados uno sobre otro, rellenos de jamón, pimiento, champiñones (y todo lo que se quiera) y luego empanados. Sí, muy consistente, por eso os aconsejamos que pidáis uno para tres o cuatro, lo dividáis en porciones y así lo probéis todos.

El postre más típico de Oviedo: los carbayones

Confitería Camilo de Blas
Confitería Camilo de Blas

Otra de las cosas que no podéis dejar de probar son los famosos carbayones, unos pasteles muy dulces típicos de Oviedo y con una historia muy curiosa. En este enlace podéis encontrar toda la información necesaria para conocer y disfrutar de los carbayones en la confitería más típica de Oviedo.

Dónde está la calle Gascona, el ‘bulevar de la sidra’ de Oviedo

En este mapa señalamos la calle de los restaurantes y sidrerías de Oviedo para que os resulte aún más fácil encontrarla 😉

Para nosotros el problema fue escoger el sitio: ¿cuál es el mejor de toda esa calle repleta de locales? Anduvimos arriba y abajo de la calle Gascona y, al final, decidimos seguir nuestra intuición: El Gasconín. Allí, el dueño, un señor mayor encantador y lleno de retranca, nos atendió con toda amabilidad y nos aconsejó unas cuantas cosas (“mejor poco y bueno que mucho y malo” sentenció) y, en efecto, no se equivocó con sus consejos: tomamos una cacerolita de fabada, un pastel de cabracho, una ensalada tibia y alguna cosa más. De postre, frixuelo con nata y un café. Todo muy bueno, todo bien servido. Quedamos encantados. El precio fue normal, no hubo sorpresas desagradables.

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