Si vas a Girona, no falla: vas a buscar las fachadas de las casitas de colores sobre el río Onyar y les vas a hacer un montón de fotos, como fondo de una foto familiar, reflejadas en el río, con el colorido resaltado por la luz del atardecer… Se han convertido en un icono de la ciudad, en una imagen que todo el mundo asocia a Girona y, justamente por ellas, hay quien llama a esta ciudad la “Florencia catalana” (también en Florencia se reflejan las fachadas ocres sobre el río Arno).
Con esto que os contamos y las imágenes que os mostramos os habéis hecho una idea: que las casas con fachadas de colores de la ciudad de Girona son bonitas, ¿verdad?, pues su origen no tiene ni un poquito de glamour…
Toda esa gran fachada que da al río Onyar a su paso por Girona capital surgió en la Edad Media y no tenía ventanas ni balcones ni hueco ninguno hacia el río, porque eran las traseras de las casas que se habían adosado a la muralla de Girona para crear un cinturón de seguridad que protegiese a la ciudad de posibles ataques. Cuando la frecuencia de los episodios bélicos descendió y la vida cotidiana se fue haciendo más pacífica, esta parte de Girona empezó a cambiar.
En esa pared cerrada junto al río se fueron abriendo huecos, ventanas, ventanales, balcones, que podían alegrarse con la visión del río y de su agua, casi siempre mansa (aunque no hay que fiarse: el Onyar ha sido causante de inundaciones históricas, las últimas en los años ’70, hasta que, con obras de acondicionamiento del cauce, se ha evitado ese riesgo).
Con el paso de los años, fue dibujándose esta extensa fachada cromática, con diferentes tonalidades ocres, amarillas, rojizas, exageradas según los días por las cuerdas de ropa tendida que cuelgan de muchas de esas habitaciones.
En 1.983 se las adecentó y rehabilitó (con trabajos a cargo de arquitectos y pintores especializados en este tratamiento del color), para que, ya que se habían convertido en una de las estampas identificativas de Girona, tuvieran el mejor aspecto posible.
Fotos de las casitas de colores en Girona
Las puedes ver desde varios puntos (siempre en la otra margen del río, claro) y jugar a encontrar el mejor punto de vista, pero, según los expertos, el mejor mirador para estas casitas de colores sobre el río Onyar es el Puente de Piedra o el Puente de San Agustín. Advertidos quedáis…
Todos esos puentes que cruzaréis en vuestra visita comunican la parte vieja de la ciudad con la nueva y en alguno hasta encontraréis instalado algún mercadillo de artesanos (de nuevo, como en Florencia).
Dónde están las casitas de colores de Girona
Si seguís el curso del río las encontraréis, pero, por si acaso, aquí os señalamos su localización:
No os perdáis en vuestro paseo por esta parte fluvial de Girona sobre todo dos puentes: el Puente de Piedra (de mediados del siglo XIX, con 3 ojos y construido con piedra clara de la zona) y el Puente de las Pescaderías Viejas (Pont de les Peixateries Velles), con suelo de traviesas de madera y construido en 1.876 por la empresa de Gustave Eiffel, el de la torre parisina, con barras de hierro rojo cruzadas de manera armoniosa.