Si hay un animal representativo del verano, ése es la cigarra. Ha sido injustamente vilipendiado por la famosa fábula de la cigarra y la hormiga, en la que se le adjudica el papel de cantarín y vago, pero lo cierto es que es un insecto de lo más interesante. Vivas en la ciudad o en el campo, si habitas un país mediterráneo, el sonido de las cigarras (o chicharras, como también se las conoce popularmente) te acompañará y te hará pensar en el calor y en las vacaciones.
Cuando viajamos con los chicos, solemos comentar ese sonido tan particular y cómo nos recuerda la época estival. Un día, hace ya un tiempo, el más pequeño de nuestros hijos nos dijo que él quería ver una cigarra. Y nos dejó sorprendidos, porque es un bicho bastante difícil de ver (lo oyes, y mucho, pero verlo, lo que se dice verlo…).
Tiramos de la Wikipedia y le explicamos que la hembra pone los huevos y éstos quedan enterrados en el suelo, al pie de una planta leñosa, cuya sabia absorbe para alimentarse. Un mínimo de dos años después (en algunas especies la cifra llega a los 17), la ninfa sale del suelo, sube por el tronco y se queda ahí unos minutos hasta que rompe la funda, la camisa, y el insecto ya transformado trepa hasta las ramas más altas. Si es un macho, se pondrá a cantar para atraer a las hembras y aparearse. La hembra se dejará seducir, pondrá los huevos y… morirá.
Aparte de en la Wikipedia, no hemos logrado ver una cigarra, pero sí uno de los rastros más claros que deja: su funda, su camisa, pegada en los troncos. En este vídeo os mostramos cómo encontrarla para mostrársela a vuestros hijos. Se quedarán con la boca abierta: ¡¡garantizado!!
Vídeo: cómo encontrar la muda de una cigarra
Por cierto, el ruido de la cigarra la producen unas membranas que los machos tienen en el abdomen y se trata de una “melodía” que cambia según las especies.
Si te interesa este insecto, aquí tienes muchos datos de la vida de las cigarras.