Tras un largo periodo de «obras de modernización», en 2014 volvió a abrirse al público el Museo Arqueológico Nacional (MAN), una institución pública cuyo objetivo es la divulgación del significado de los objetos que pertenecieron a los distintos pueblos de la actual España, desde la Antigüedad hasta épocas recientes.
En cuando lo reabrieron, organizamos una visita con nuestros hijos, aprovechando unos días en los que, con motivo de la reapertura, la visita era gratuita para todos y todas. Si visitaste el MAN antes de la reforma, o si no lo has visitado nunca, permítenos recomendártelo…
Así era el Museo Arqueológico antes de la reforma
A la entrada del Arqueológico, justo después de la verja, tenía una reproducción de la Cueva de Altamira, a la que se entraba como penetrando en un subterráneo. Nosotras ya hemos tenido la oportunidad de visitar el Museo de Altamira y la Neocueva, pero antes de poder haber ido a «la auténtica» Cueva de Altamira, nos gustaba visitar esta reproducción del MAN.
Antes de la reforma, atravesando el jardincillo de la entrada principal al Arqueológico Nacional, se llegaba a la puerta de acceso, flanqueada por dos esfinges. Tras unos escalones, uno entraba en el túnel del tiempo de la Península Ibérica, poblado de falcatas, soliferreums, tesoros, damas de rodetes y pajaritos en la mano… uno se podía perder y disfrutar de la magia de esos objetos llegados aquí atravesando océanos de tiempo…
Yo recuerdo muy bien el Museo Arqueológico Nacional de mis años de estudiante de BUP (a mis hijos les suena a Prehistoria, pero no hace tanto), cuando la profesora de Historia de España nos sugería que lo visitáramos con frecuencia.
Con esos recuerdos en mi cabeza, no podía sino estar contentísima de la reapertura del Museo Arqueológico, sí es que tuve que llevar a mis hijos un sábado por la mañana (mejor estar a primera hora, a las 9:30 o 10, porque luego había una cola que casi llegaba al Paseo de Recoletos). Para que mis chavales se animaran, apliqué, como siempre, los “ganchos” para que vivieran la visita como una auténtica aventura, como un viaje en el tiempo, como un diálogo con la historia de su tierra.
Nuestra visita al Museo Arqueológico Nacional
El Museo Arqueológico está en la calle Serrano, así que no hay ningún problema para acercarse en transporte público. Nosotros fuimos en coche y aparcamos muy cómodamente en el parking de Colón (eso sí, es caro, nos salieron tres horas por casi 9 euros).
Al pasar la verja de entrada al museo, a la izquierda están las mismas escalerillas de siempre que llevan a la reproducción de las cuevas de Altamira, muy mejorada y explicada con un vídeo a la entrada que habla de su emplazamiento, descubrimiento, características principales y situación actual. La sala con la reproducción se ha modificado. Ahora hay una especie de gran mesa de espejo en la que se reflejan las pinturas del techo, con lo que puedes observarlas perfectamente sin dañarte el cuello. Además, al cabo de unos minutos la sala se oscurece y en la «mesa» aparecen varias pantallas integradas que muestran un vídeo didáctico sobre cómo se hicieron las pinturas (proceso de dibujo con algún trozo de carbón, cómo hacían la pintura mezclando tierra y grasas de animales, como difuminaban el color con las manos, cómo aprovechaban los resaltes de la roca para dar relieve a las pinturas…). Precioso.
La entrada al edificio del museo ya no se hace por la escalinata central flanqueada por las esfinges, sino por el lateral derecho del edificio (a la izquierda según atraviesas la verja), donde también se ha abierto una cafetería con terraza). El hall es amplio. Primero se encuentra un mostrador de información (donde te entregan un plano de las tres plantas del museo) y un poco más adelante el mostrador para las entradas.
Cuando atraviesas los tornos de control y ya avanzas hacia las salas, llegas a una especie de pasillo con dos enormes paneles de pantallas que muestran la cronología general de lo expuesto (desde la Prehistoria hasta el momento actual). A partir de ahí, en esta planta baja se encuentra todo lo referente a la prehistoria. En la primera planta están las salas de la Hispania prerromana y romana, los visigodos, Al-Andalus y el mundo medieval. En la segunda, los reinos cristianos y la Edad Moderna, además de muestras de Grecia y Egipto.
Lo que más nos ha gustado (pero vaya por delante que es un museo en el que no hay que perderse nada) son la multitud de vídeos explicativos de diversos temas en cada una de las áreas, también la iniciativa de colocar zonas de «tacto», en la que se pueden tocar esos elementos que a todos nos atraen pero que se encuentran en vitrinas y, por supuesto, son frágiles y no son accesibles para las manos de los visitantes. Así, en esas áreas de tacto hay piedras de sílex talladas en herramientas prehistóricas, vasijas de cerámicas, cascos de guerreros medievales… Para los niños es una auténtica delicia escuchar: «toca, toca sin miedo…».
Por otro lado, el espacio parece haberse agrandado, el patio central, iluminado con luz natural a través de un techo de cristal, da una alegría y una modernidad tremendas al museo. El acceso a las diversas plantas se puede hacer por escalera o con los ascensores y resulta muy cómodo en todo momento.
El día que lo visitamos nosotros había montones de familias con niños y, por los comentarios que escuchamos y por nuestra propia experiencia, vamos a hacer dos pequeñas sugerencias de mejora a los responsables del museo: las explicaciones de los paneles siguen siendo poco divulgativas, están llenas de palabras poco comunes, pertenecientes a la terminología arqueológica e histórica, pero que no resultan comprensibles a la gente normal (ni siquiera con una formación medio alta). La segunda sugerencia se refiere a la orientación por el museo: faltan señales que te indiquen cuál es el orden que hay que seguir en la visita. En la planta baja, por ejemplo, mucha gente pasa del Paleolítico a la Edad de los Metales, saltándose toda una sala. Unas flechas en el suelo podrían solucionar el problema.
Aún no hay actividades programadas y tampoco disponen de material didáctico, que al parecer tienen en preparación. Lo que sí hay es una App gratuita (MAN Museo Arqueológico Nacional) descargable en la Apple Store o la Playstore de Android, que explica bien las principales piezas del museo.
Al finalizar, encontramos la tienda, amplia y llena de merchandising, curiosidades y todo tipo de libros, tanto para adultos como para niños, con los que hacer inolvidable la visita.
En resumen: nos ha encantado, a nuestros hijos también, aunque no es para recorrerlo completo en una mañana, sino para visitar por partes a medida que vayan dando en el cole el contenido de una época de la historia de España.
Y, por cierto: no os perdáis el vídeo que se muestra en la segunda planta sobre cómo se protegieron los fondos de este precioso Museo Arqueológico Nacional durante los años de la Guerra Civil Española (1936-39).
Museo Arqueológico Nacional: making of
Para abrir boca a los que aún no han podido visitarlo, los responsables del Museo Arqueológico Nacional publicaron este vídeo. No os lo perdáis, dan ganas de salir corriendo… hacia el museo 😉
Dónde se encuentra el Museo Arqueológico
En este mapa señalamos la localización exacta del Arqueológico Nacional, en la calle Serrano, justo detrás de la Biblioteca Nacional, en Madrid:
Fotos: visitamos el Arqueológico con los niños
En esta galería de fotos puedes ver nuestra «ruta» por el Museo Arqueológico Nacional en familia:
Horarios del Museo Arqueológico Nacional
- De martes a sábados de 9:30 a 20:00 h
- Domingos y festivos de 9:30 a 15:00 h
- Cierra todos los lunes del año.
- Además, también cierra los siguientes festivos: 1 y 6 de enero, 1 y 15 de mayo y 24, 25 y 31 de diciembre.
Precios de las entradas al Museo Arqueológico
- Entrada general: 3 €
- Entrada reducida: 1,50 €
- Entrada gratuita:
- Sábados, desde las 14:00 horas y domingos por la mañana
- 18 de abril, Día de los Monumentos y Sitios
- 18 de mayo, Día Internacional de los Museos
- 12 de octubre, Fiesta Nacional de España
- 6 de diciembre, Día de la Constitución Española
María comentó:
El museo es realmente maravilloso e impresionante. Las instalaciones verdaderamente espectaculares.
Pero el personal que allí trabaja…sobretodo las señoras que «vigilan» la sala de la prehistoria…dejan mucho que desear como trabajadoras (ya que se dedican a hablar de sus cosas personales mientras gritan a los niños porque hablaban) y como persona con trato hacia personas (nos desautorizaron delante de los alumnos).
Nada más llegar al museo, nos recibió una señora que sus buenos días fueron sustituidos por un «el que no quiera estar aquí que se vaya» acompañado de más caras y un tono de voz aterrador.
Es una pena que nuestras opiniones se vayan a quedar en esto…comentarios sin más cuando deberían exigir responsabilidades a esas «personas» que no entienden que LOS NIÑOS TAMBIÉN TIENEN DERECHO A IR A LOS MUSEOS.
En nuestro entorno educativo por supuesto comentaremos lo ocurrido con esas tres señoritas que está mañana estaban «vigilando» la sala de la prehistoria y esta visita se descarta de nuestro interés desde este año.