Cuando visites el Museo de Ciencias Naturales de Madrid (aquí tienes una guía para que te diviertas en tu visita con niños), verás que es un museo muy especial y muy pensado para familias con hijos. Pero también muy sorprendente, ya lo verás.
Por si tu visita tiene que ser corta o por si quieres saber de un vistazo qué es lo más atractivo que te ofrece este magnífico museo de ciencias, aquí tienes el “top 10” de lo que de ninguna manera te debes perder.
El esqueleto de la ballena
En la zona dedicada a la diversidad, un tremendo esqueleto de ballena sobrevuela las cabezas de los visitantes. Está colgado del techo y te da una idea de lo increíblemente grandes que son estos cetáceos. Para verlo mejor, sube a la primera planta y, desde el escalera de acceso al centro de la sala, podrás ver (y fotografíar si quieres) este esqueleto desde arriba, desde donde es aún más impresionante.
El elefante africano
Este paquidermo te deja boquiabierto por su tamaño, ¿verdad? Sin embargo, lo más asombroso es su origen y cómo llegó aquí tras ser cazado a principios del siglo XX por el entonces duque de Alba. En este enlace te contamos la apasionante historia de este elefante (no te pierdas tampoco el vídeo, míralo con tus hijos).
El calamar gigante
Se encuentra en la zona de los ecosistemas mediterráneos y está metido en una especie de urna. Es inmenso, de color blanquecino, un auténtico kraken de película de miedo (aunque en un museo de ciencias naturales parece de lo más inofensivo).
Los hombres primitivos “vivientes”
En el ala del museo dedicado al origen del hombre, hay muchos cráneos… Impresionan, pero no dan miedo (son habituales en este tipo de museos). Sin embargo, en las vitrinas hay “reproducciones” de hombres primitivos con una mirada tan realista que parecen estar lanzándote preguntas que no sabes responder…
El avispero aterrador
Parece un balón de barro, pero dentro viven avispas nada amistosas. Afortunadamente, estos avisperos no son típicos de nuestro país, pero en otras latitudes existen y, ahora que todos viajamos tanto, conviene saber de su existencia.
El esqueleto del diplodocus
Los dinosaurios siempre son atractivos (tienen ese algo que nos deja fascinados a todos, en especial a los niños). De todos los esqueletos fosilizados que muestra el museo (hay hasta un T-Rex), os aconsejamos que os fijéis en el del gran y esbelto diplodocus… Os caerá simpático.
La pared de las cornamentas
En el Gabinete de Historia Natural, hay varias cosas que llaman la atención. Fue la célula original de este museo y conserva alguna de esas primeras piezas que pasaron a ser exhibidas al público. Cuando entréis, girad a vuestra izquierda y asombraos contemplando toda una pared llena de cabezas de cérvidos con sus correspondientes (y muy altas) cornamentas. Da incluso un poco de pena…
La maqueta del Gabinete de Historia Natural
En ese mismo espacio traído del pasado, el gabinete del que hablábamos antes, hay, en una urna de cristal que lo protege, una reproducción… ¡del propio gabinete! Está muy bien hecha y, además de con fidelidad al gabinete real, se ha hecho con mucho humor. Con los niños, éxito asegurado.
Los árboles de piedra
A la entrada del museo, por el lado de la geología y la panteología, hay una serie de rocas que, en realidad, no lo son del todo. Se trata de fósiles de troncos de árboles de hace millones de años. Tienen sus correspondientes carteles explicativos, así podéis averiguar a qué especie concreta pertenecen.
¡Tiene un jardín!
Y, como sorpresa final, quizás lo menos conocido de este Museo de Ciencias Naturales de Madrid: resulta que está rodeado por un jardín en el que se puede entrar y pasear observando las diversas especies vegetales plantadas en él. No sólo hay plantas, también un pequeño estanque, aclaraciones de cómo está formado cada ecosistema que se ha querido formar aquí y… ¡hasta hay mesas en las que puedes sentarte y descansar mirando el entorno!