España está llena de pueblos con encanto que merece la pena conocer, pasear por sus calles, averiguar sus costumbres y cómo, fotografiar. En nuestras vacaciones en familia siempre investigamos la zona de nuestro destino, y dedicamos tiempo a hacer eso que ahora se llama «turismo rural» para conocer pequeños pueblos y unas formas de vivir que nada tienen que ver con nuestras rutinas urbanas…
Peratallada hace honor a su nombre, “piedra tallada” en catalán, un precioso pueblo en piedra cuidado hasta donde te puedas imaginar. Vive del turismo y es ideal para los niños porque sus calles son totalmente peatonales. Vimos dos coches dentro del pueblo, aparcados, uno con cartel de minusválido, el otro… recibiendo la recriminación de un policía municipal. Lógico, nada más llegar al pueblo te recibe un aparcamiento fuera de las murallas a 3 euros.
Recoletas, estrechas, de suelo empedrado y con continuos desniveles, las calles de Peratallada son evocadoras. Cuentas tantas arcadas como comercios, pero no sientes la opresión de parecer calles comerciales, como puedes encontrar en algunas otras localidades, como la francesa Carcassonne (no exenta de otros encantos que justifican su declaración de patrimonio de la humanidad por la Unesco).
Las “botigas” de Peratallada tienen el cuidado en la presentación, decoración y atención típicas de los comerciantes de la zona. Si acompañas la visita con haber leído a los niños alguna historia sobre la vida medieval, van a pensar que se han trasladado en el tiempo. El firme es irregular y va a costar que los niños no suban por esa roca viva que queda a la vista –“mira cómo hacemos parkour”– y que es sobre la que se asientan las casas. Una torre redonda a la entrada, murallas, foso, la puerta de la Virgen, extramuros la iglesia de San Esteve, la torre del homenaje, el castillo-palacio… trasladan a todos en el tiempo y se respira calma.
Paseando con tranquilidad, en una hora habrás podido callejear por todo el núcleo urbano y entrar en las tiendas más interesantes, por lo que a los niños no se les hace pesado. Las arcadas que mantenían los soportales, que recuerdan a los de la plaza de Monells, otro pueblecito cercano, a nosotros nos parecieron los más bonitos, pero Peratallada está lleno de rincones que despiertan en todos los que pasan visión y pasión fotográfica. Las calles estrechas permiten soportar el sol y, al caer la noche, los cuidados restaurantes ofrecen cartas tan interesantes que se puede hacer el esfuerzo económico para que los niños conozcan los platos de la cocina catalana.
Fotos de Peratallada, un encantador pueblo medieval de Girona
En Peratallada encontrarás un montón de rincones en los que hacerte selfies o hacerles preciososas fotos a tu familia, ¡mira nuestra galería!:
Dónde cenar en Peratallada
Cenar en la misma Peratallada te regala la oportunidad además de contemplar la cuidada iluminación nocturna de edificios como el Castell-Palau. En esta misma plaza está la oficina de Turismo, en la que te podrás hacer con un mapa con los lugares que no hay que perderse.
En nuestro caso nos decidimos a cenar justo en la plaza del Castell-Palau, en el restaurante L’Arc Vell, por su terraza interior, presidida por una gran acacia.
Cuando nosotros estuvimos en Peratallada, y cenando en el restaurante de L’Arc Vell (hace ya unos años, mucho antes del coronavirus), nos sentaron al lado del pozo, transformado en fuente, con un sonido de agua corriendo que redondeaba el atractivo del lugar. Mayoría de extranjeros, resultó difícil no sucumbir a la tentación de probar platos con típicas setas, espárragos verdes, escalibada, pescados de L’Escala y varias raciones de pan “torrat” con tomate y aceite para acompañar los embutidos. No es una “cena económica”, pero un día es un día. Muchas otras cenas no han sido ni la mitad de buenas (por eso no han merecido estar en planesconhijos.com) y sí han costado bastante más de la mitad que esta: 20 euros por persona, sin postres (ni sitio que tenían los niños).