Las puestas de sol en la costa de Cádiz tienen algo mágico. Es como si el tiempo fluyera más despacio y la luz del día que se va te llenara de sosiego… cuando podamos volver a viajar en familia, después del coronavirus, seguro que aprecias aún más estos momentos de tranquilidad cuando termina el día, sobre todo con vistas como las que os proponemos hoy…
Con nuestros chavales, un manojo de nervios los tres, hemos vivido esa experiencia de sentarnos en la arena y ver cómo el sol se va ocultando al oeste, a veces en la tierra, a veces en el mar, siempre como una gran esfera de fuego que tiñe el cielo de colores rosa, naranja, morados. Solemos aprovechar para hacer fotos y descubrir algún paraje nuevo.
El entorno del Cabo de Trafalgar
El Faro de Trafalgar, en el cabo de mismo nombre, se alza en una zona aún algo salvaje y peligrosa para el baño. Hay muchas corrientes y los vientos, según cómo soplen, generan remolinos que todos los años se cobran la vida de algún submarinista o bañista imprudente. Está junto a Caños de Meca, donde sí hay playas aptas para el baño como la Playa del Pirata o la de Marisucia. Un buen plan es pasar la tarde en una de ellas y, cuando se acerca el ocaso, acercarse a Trafalgar. Además de disfrutar de la belleza paisajística, los chavales pueden aprender aquí un poco de nuestra historia, porque en estas aguas tuvo lugar, el 21 de octubre de 1805, la batalla de Trafalgar.
Hay una carreterilla que atraviesa Caños de Meca y que te lleva hacia el Faro de Trafalgar, no hay pérdida posible porque está muy bien indicado. Cerca hay muchos chiringuitos de esos tipo hippie que son típicos de Caños de Meca, algunos mercadillos de artesanía y originales bares para tomarte algo antes o después de esa puesta de sol.
De ahí parte una pista medio asfaltada hacia el faro por la que antes se circulaba sin problemas, pero ahora te obligan a aparcar antes, porque hay una barrera que cierra el paso. En los parkings improvisados que podéis encontrar alrededor os cobrarán dos o tres euros por dejar el coche. Luego, ya es cuestión de que encontréis el mejor sitio para pasar ese rato previo al crepúsculo. Podéis caminar unos 15 minutos y acceder hasta los pies del faro o, si preferís, acomodaros en una de las dunas (llenas de cardos, eso sí) que se extienden alrededor del cabo de Trafalgar. Lo de los cardos es cierto, pero también lo es que se pueden encontrar lugares sin ellos en los que aposentarse y hacer fotos mientras el sol va bajando. Uno de los atractivos de esta zona es que se ve perfectamente el litoral africano, como una silueta azulada en el horizonte.
La puesta del sol desde este lugar es contra el mar (al menos desde las dunas, que fue lo que elegimos nosotros). En la última semana de junio, cuando estuvimos allí, el sol se ponía sobre las nueve menos cuarto de la noche, así que aparcamos cerca de la playa a eso de las ocho y anduvimos por allí hasta que encontramos una duna que nos gustó. Cuando ya el sol se puso, volvimos hacia la playa disfrutando del color violáceo del cielo y de los destellos de la luz del faro en esos momentos previos a la noche. Al oeste vemos la punta de tierra de Roche, en la que se levanta el faro de Conil (del que os hablaremos en un próximo artículo) y donde se puede disfrutar de estupendos paseos y, sí, también de puestas de sol bien bonitas.
Otra escapada interesante para unas vacaciones con niños en la provincia de Cádiz es esta excursión a Vejer y Conil disponible desde la ciudad de Cádiz o desde El Puerto de Santa María.
Fotos de la puesta de sol en Trafalgar
En esta galería de fotos podéis haceros una idea de cómo son las puestas de sol en el entorno del faro de Trafalgar… y cómo disfrutan los peques despidiendo el día sobre la arena 😉
La batalla de Trafalgar
A las doce de la mañana del 21 de octubre de 1805, una flota de guerra que unía lo mejor de los navíos franceses y españoles se enfrentó a la armada británica dirigida por el almirante Horacio Nelson. Los barcos españoles eran viejos y estaban mal mantenidos; los franceses estaban en mejor estado. Las tripulaciones de unos y otros eran poco experimentadas y al mando de todos estaba el francés Villeneuve, con pocas batallas a sus espaldas y mucha teoría y soberbia en la cabeza. Los ingleses lo tuvieron muy fácil, aunque un tiro en el pecho acabara con la vida de Nelson. Vencieron y, al ganar, acabaron con lo poco que quedaba del poder marítimo español. Las cifras de bajas fueron escalofriantes. El cuerpo de Nelson, metido en un barril de brandy para conservarlo, fue llevado a Londres y homenajeado por su victoria.
Una de las principales plazas de Londres, Trafalgar Square conmemora esta batalla y, en ella, una alta columna encumbra la estatua de Nelson que dirige su mirada hacia el sur, quizás buscando la luz de ese faro que nosotros, los que contemplamos el atardecer en Trafalgar, observamos sin recordar que en estas aguas turbulentas murieron muchos españoles intentando conservar el poder español sobre los océanos.