Pasear por un bosque es agradable en cualquier época del año. En el caso de los bosques con árboles de hoja caduca, el otoño es sin duda un momento mágico, porque los colores  se multiplican, diversifican sus matices, hay pequeños frutos que se pueden recolectar, crecen las setas…  Hacer una excursión en familia y recorrer un bosque es siempre un plan que tendrá éxito. Hoy os contamos nuestra experiencia en el castañar de El Tiemblo, un pueblecito de Ávila que se encuentra a unos 90 km de Madrid.

El castañar está especialmente bonito entre mediados de octubre y  finales de noviembre, así que al planificar el viaje tened en cuenta que en esas fechas hay más gente. Además, por lo general será un plan que podamos hacer en sábado o domingo, lo que también hará que coincidamos con más público amante de los bosques. Como siempre, el consejo es madrugar: el día nos dará más de sí, podemos tomarnos un cafetito en el pueblo antes de iniciar la excursión y no sufriremos tantas aglomeraciones, ni en la carretera ni en el castañar.

El Tiemblo es un pueblo tranquilo, no excesivamente grande, situado en la parte más oriental de la Sierra de Gredos, en el Valle de Iruelas. Al entrar, pasada la gasolinera, hay una rotonda en la que ya encontraremos la señalización para llegar al castañar, que se halla a unos 7 km del pueblo.  Al principio del camino que lleva a él hay una caseta de control donde, entre octubre y diciembre, un empleado municipal nos parará para cobrarnos una tasa: 6 euros por coche y 2 euros por persona. Podemos ahorrarnos los 6 euros si aparcamos el coche en el pueblo y cogemos allí un autocar municipal que lleva al castañar, pero en cualquier caso habrá que abonar dos euros por persona.

Nosotros optamos por subir en nuestro coche, así es que pagamos en total 16 euros. Se sube por un camino hasta una zona recreativa llamada El Regajo. Allí se aparca y empieza la verdadera excursión. No olvidéis llevar un mochila con agua, algo de comer y un pequeño botiquín por si hay caídas (nosotros siempre lo llevamos, no ocupa mucho y nos ha sacado de muchos apuros, porque nuestros hijos siempre han sido muy trastos).

La senda por el castañar es de unos 4 km, circular, fácil y está señalizada, así que se puede disfrutar con total relax. Las hojas marrones, rojizas, amarillas, algunas en los árboles, muchas ya por tierra; los troncos llenos de nudos, con cortezas curtidas, hermosos, solemnes, altos y recios; el resto de vegetación, empezando por los helechos, los cerezos, los alisos… Algún animalito que se puede descubrir, por tierra o en el cielo (más cuanto más silenciosa sea la caminata, algo difícil en nuestro caso)… Pequeños arroyos y curso de agua… Las imágenes se van grabando en nuestra cabeza, en nuestra cámara, acompañadas de olores a tierra húmeda, a aire de montaña, a naturaleza. ¿Puede haber una forma mejor para desconectar?

En medio de la ruta encontramos una pequeña pradera y aprovechamos para sentarnos y comer un bocadillo y un poco de fruta. Los chicos jugaron un rato y todo eso nos dio fuerza para seguir caminando. Esas pequeñas comidas campestres nos ayudan para enseñarles que hay que dejar el campo tal y como se encuentra: ni un papel, ni una cáscara de plátano, ni una cáscara de pipa, nada de nada. Todo se recoge  en una bolsa de basura para tirarla más tarde.

Fotos: nuestra ruta por el castañar de El Tiemblo

Durante la ruta por el castañar de El Tiemblo hay un hito, bien señalizado, que no se puede obviar: el Abuelo, un castaño de casi 20 metros de altura y con el interior hueco e incluso con restos de humo por las fogatas de los pastores que en él se refugiaban.

Vídeo: el castañar de El Tiemblo, en otoño

En este vídeo podéis haceros una idea de cómo es visitar este castañar en pleno otoño:

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