Si buscáis opiniones en Internet sobre el restaurante La Postal, en todas ellas encontraréis un punto en común: la alabanza de sus vistas y de su cochinillo. De hecho, si lo buscas en Google, la búsqueda te devolverá un resultado con el siguiente texto: «Restaurante panorámico La Postal«. Sólo por esa definición ya apetece hacer una escapada a Segovia en familia y acercarse a conocer este lugar 😉
Nosotros estuvimos hace ya unos años, antes del coronavirus, (en 2014) y no podemos hablar de su cochinillo, porque comimos cordero, pero estamos completamente de acuerdo con la admiración que todos sus clientes muestran hacia las maravillosas vistas de Segovia que se disfrutan desde sus mesas. Estas vistas que hacen de éste un restaurante panorámico son posibles gracias al amplio terreno del que dispone el restaurante, y que le permite montar una gran terraza para acoger comensales este primer verano después del coronavirus.
El restaurante La Postal se encuentra en la pedanía de Zamarramala, ya un barrio segoviano más, situada extramuros y famosa por sus fiestas de Santa Águeda, que, cada 5 de febrero, hacen de las mujeres sus heroínas para que ese día sean ellas las que manden en todo.
Donde hoy está el restaurante La Postal había, a finales del siglo anterior, una nave dedicada a la cría de cerdos y por allí paseaba a sus perros un matrimonio peculiar formado por un segoviano, Antonio, y su mujer norteamericana. Les pareció un lugar tan privilegiado, con vistas directas al Alcázar, y le vieron tantas posibilidades, que allí hicieron anidar su sueño de montar un restaurante de cocina segoviana, a medio camino entre el clasicismo protagonizado por cochinillo, cordero o judiones de La Granja y ciertas innovaciones sin estridencias que casan perfectamente con la herencia castellanoleonesa.
Conocimos a los propietarios de La Postal a través de su community manager, que nos envió un mail sugiriéndonos que lo probásemos con nuestro perfil de familia con niños, un tipo de cliente con el que, a priori, no se relaciona mucho a La Postal. No se trataba de ninguna invitación (pagamos hasta el último café), así que nuestra crítica gastronómica no puede ser más transparente 😉
Comimos en La Postal un domingo, aprovechando nuestra estancia en la ciudad por un viaje en globo sobre la ciudad de Segovia, seguido de una visita a sus principales monumentos; fuimos en coche y nos acompañaron nuestros tres hijos, mi hermana y mi sobrino de 5 años. Un buen equipo de «probadores de restaurantes».
La Postal cuenta en la puerta con plazas de parking, una comodidad que se agradece. El establecimiento te recibe con una zona de barra con mesas (un bar al fin y al cabo), donde se puede esperar a que lleguen todos los comensales mientras se toma un refresco.
Es un restaurante muy grande, con ventanales muy amplios abiertos hacia la ciudad y, al fondo, la sierra. Desde esa entrada se tiene acceso al comedor, con varias salas sucesivas separadas por paneles acristalados, por lo que siempre tienes sensación de luz y de espacio. Aquel día no estaba lleno, así que había un ambiente animado, pero no ruidoso. Nos sentaron en una de las mesas con vistas y en todo momento nos atendieron con amabilidad y cuidando de que tanto los niños como los mayores estuviéramos a gusto. Una puerta lateral da al jardín, en el que hay varias mesas, una zona con porterías de fútbol y canastas de baloncesto, otra zona con césped y una pequeña fuente, columpios y… ¡un vagón de tren!
Un vagón de tren llamado Antonio Machado
Para ser exactos, esto no es un vagón de tren sino un “coche” (al parecer, los vagones sólo son para mercancías), pero lo llamaremos vagón para entendernos. Tiene más de 50 años y Antonio, el propietario de La Postal, lo compró con toda su ilusión y cumplió con todo el viacrucis burocrático hasta obtener el permiso para convertirlo en lo que es hoy: un comedor para comidas y cenas románticas (aquí prefieren que no entren los niños, ya sabéis, para no romper el encanto) bautizado como Antonio Machado y que tiene capacidad para 54 comensales. Machado trabajó y vivió la última parte de su vida en Segovia, y viajaba en tren a Madrid para encontrarse con Guiomar, el seudónimo de Pilar Valderrama, su amor de madurez. En vagones como éste compuso una parte de su poesía de aquellos años, así que el homenaje al escritor enterrado hoy en Collioure (Francia) no puede ser más completo.
Menús y carta, con ingredientes de calidad
Nada más sentarnos nos sirvieron —cortesía de la casa— un plato con paté y mermelada de frutos rojos acompañado de una cestita de pan tostado. Nos dejamos aconsejar bastante por el camarero, aunque los adultos ya habíamos optado por compartir un cuarto de cordero cuando reservamos mesa, un día antes, por teléfono. Como entrantes, sinfonía de setas, saquito de verduras y langostinos y croquetas; el cordero asado lo acompañamos con una ensalada a base de lechuga, tomate y cebolla y, de postre, arroz con leche y un coulant de chocolate con helado de plátano. Para los niños elegimos un clásico: macarrones con tomate, filetes de lomo, croquetas y patatas fritas; de postre, dos bolas de helado. Queríamos media botella de vino (no somos muy bebedores), pero nos apetecía un Ribera de Duero y sólo había de litro, así que pedimos botella grande. Estaba todo buenísimo, aunque algún plato tirando a saladillo (lo que se suele llamar “sabroso”, ya sabéis, nada que un sorbo de vino no pueda solucionar).
Al finalizar la comida, nos ofrecieron el típico chupito y nos lo bebimos disfrutando de la conversación y compartiendo nuestra valoración sobre el sitio y sobre la comida.
Los niños terminaron antes y salieron a jugar al gran jardín, en el que podían correr y saltar a sus anchas y sin peligro. Además de los columpios y las cestas de baloncesto, hay también porterías de fútol… Los chicos estaban felices y nosotros pudimos gozar de nuestra sobremesa.
En cuanto al precio, estaba ajustado a lo que La Postal ofrece, con un buen equilibrio respecto a la calidad de sus platos y de su servicio. Cuando estuvimos nosotros, en 2014, salimos a un promedio de 25 euros por cabeza, un precio totalmente ajustado.
Fotos de nuestra visita al restaurante La Postal
En esta galería de fotos os podéis hacer una idea de cómo es la comida, el servicio y las vistas de este restaurante segoviano:
Dónde está el restaurante La Postal
En este mapa os señalamos la localización exacta de este restaurante con impresionantes vistas de Segovia:
Nos pareció un restaurante muy agradable y una opción estupenda para paladear la gastronomía segoviana con toques de originalidad y en un entorno precioso con ese paisaje que te llena la vista… y el espíritu. La variante “sólo para adultos”, el vagón Antonio Machado, la guardamos para un fin de semana de escapada sin niños 😉 ¿Qué tal si lo combináis con el Caserío de Lobones, que está muy cerca?
jose o chema telf de contacto 669700025-918554246 comentó:
estamos pendiente de un presupuesto de menu para unas 100personas en el mes de julio.