En los talleres para familias del Thyssen participan niños de todas las edades

El Museo Thyssen engloba todas sus actividades y programas educativos en el área  Educathyssen, que cada año renueva su programa con nuevas propuestas, muchas de ellas destinadas a las familias. Su objetivo es “difundir y facilitar el entendimiento y la generación de conocimiento en torno a las colecciones del museo” y, para ello, generan un programa educativo con varios ejes: el  museo y la escuela; los niños y las familias; los jóvenes;  el museo y la universidad; los adultos; la educación social; las acciones de mediación; el museo en la red.

Merece la pena entrar en la web de Educathyssen y profundizar en todas las acciones que realizan, porque alguna –o más probablemente muchas– llamarán nuestra atención y, si queremos participar, en esa web nos ofrecen todos los datos necesarios para hacerlo. Nosotros somos especialmente aficionados a las visitas taller, pensadas para familias con niños de 6 a 12 años. Se llevan a cabo los sábados y los domingos y cuestan 6 euros por persona.

Ocho itinerarios, ocho visitas de 5 cuadros

Se trata de visitas que los niños comentan con la ayuda de un monitor y siempre bajo un lema que define el itinerario que se realiza por el museo. En este momento, esos itinerarios son 8:

1. Te veo
2. Un laberinto de caminos
3. La imaginación del artista
4. Pasear dentro de un cuadro
5. Siéntate
6. Y ¿si hablamos del tiempo?
7. Mundo color
8. Érase una vez un cuadro

Al inicio de cada curso, se abre el plazo para apuntarse. Todo se hace a través de la web, donde uno puede informarse de las visitas e incluso seleccionar el día y la hora,  inscribirse y pagar.

Fotos: nuestra visita taller en familia con Educathyssen

Un día antes de la visita, el museo envía un mail recordatorio para que no olvidemos nuestra cita.  A la hora convenida, nos dirigimos al hall del museo, donde dos monitoras nos reciben, nos cuentan lo que vamos a ver, hacen que cada niño se presente y, de una forma simpática y amistosa, informa a los niños de las normas de comportamiento en un museo: no correr, no gritar, no tocar los cuadros. De las dos monitoras, una nos acompañará en la visita y, mientras, la otra bajará al taller, situado en el sótano del museo, para preparar la manualidad que haremos todos juntos cuando acabemos de contemplar y comentar los cuadros.

Llegar, ver, hablar, tocar…

Los monitores de la actividad saben cómo mantener a los niños atentos

Cada visita tiene 3 partes: acogida y presentación, comentario de una selección de 5 obras del museo y, por último, manualidad realizada en el taller del museo. Tanto la selección de las obras como la manualidad responden al lema de la visita que se haya escogido. La monitora nos guía al grupo de padres y niños y, al llegar a la primera obra que se va a comentar, hace que los chavales se sienten en el suelo delante del  cuadro, mientras los padres permanecemos detrás (algunos de pie, otros también en el suelo).  Empieza entonces el proceso de interpretación, que realizan los propios niños describiendo lo que ven, preguntándose lo que ocurre en el lienzo, lo que sienten al verlo, lo que transmite… La monitora ayuda en ese proceso de pregunta/respuesta guiando a los críos a través del laberinto que al principio parece cada obra. Poco a poco se hace la luz, surgen ideas, descripciones, comparaciones, datos… y ese cuadro se convierte en un libro abierto que se entiende y se puede admirar mejor. La monitora no cuenta la vida del artista, ni da lecciones de técnica pictórica, ni recita el elenco de obras del autor.  Sólo ayuda, pregunta, mantiene a los niños atentos, cuida de que todos participen, incluso los más tímidos…  es una labor fantástica la que desempeñan estos admirables y jóvenes profesionales (algunos licenciados en Bellas Artes, otros en Historia del Arte, alguno en Arte Dramático…) para que los niños aprendan, desde una edad temprana, a enfrentarse a obras maestras del arte, comprendan y lleguen a admirar y a amar lo que tienen delante.

Todos los miembros de la familia participan en la actividad de observar y comentar un cuadro

Terminada la visita y el análisis de esos cinco cuadros, todos nos dirigimos al taller bajando las escaleras situadas a la entrada de la tienda del museo. Allí nos espera otra monitora con los materiales preparados para la última parte de nuestra visita en familia al Thyssen: se trata de un trabajo manual que niños y grandes harán en colaboración. A veces es crear una caja del tiempo construyendo, pintando y decorando un dado en el que introducimos pequeños objetos que nos reflejan; otras veces es crear un cómic con viñetas fabricadas con papel y sellos de caucho de formas diversas que iremos empapando en tintas de colores básicos… Hay muy diversas manualidades, con materiales y utensilios distintos, pero que siempre ponen a prueba nuestra creatividad. Una parte, sencilla, siempre queda sin hacer o por complementar, para que los niños terminen en casa.

Tras la despedida, ¿qué hemos aprendido? Que todos tenemos nuestra forma de ver un cuadro, que las obras de arte se merecen una mirada detenida y reposada y no un vistazo fugaz, que todos podemos hablar de arte sin equivocarnos e interpretar cualquier cuadro si dejamos que nuestros sentidos se apliquen y nuestra mente se exprese, que todas las opiniones son válidas y enriquecen nuestro propio punto de vista.

Y, además, nos lo hemos pasado pipa y nos quedamos –siempre, siempre– con ganas de volver.

Dónde está el Museo Thyssen