En un viaje al sur de Inglaterra, hay que dedicar al menos un día a la ciudad termal de Bath, situada a unos 140 km al oeste de Londres. Fundada por los celtas y recreada por los romanos, que construyeron las magníficas termas que han hecho de esta pequeña ciudad un lugar mundialmente famoso, Bath merece al menos un día para conocer sus principales atracciones.
Nosotros hemos estado allí aprovechando el viaje a Stonehenge con nuestros hijos y podemos aseguraros que, en un día, se puede ver lo esencial: las termas romanas, la abadía, el puente de Pulteney, el Royal Crescent y las calles del centro, llenas de vida y de tiendas originales.
Cómo visitar las termas de Bath
Si sólo pudierais conocer una cosa en Bath, tendríais que elegir las termas, porque son la esencia de la ciudad. Nacen de una fuente de agua ferruginosa subterránea que emerge a la superficie en este lugar.
En época celta, ya se sabía de la existencia de un manantial de agua caliente que, en un entorno de baja temperatura, manaba haciendo burbujas y soltando vapor. Nos podemos imaginar la visión que tendrían aquellas tribus de un lugar semejante y por eso no extraña que pensaran que era un asentamiento divino, que aquí vivía la diosa Sullis.
La leyenda de Bath
Según la leyenda, Bath fue fundada por el rey Bladud, cuya imagen aún preside el llamado Baño del Rey, que data del siglo XII a.C. y donde emerge un caudal de agua (el llamado Aquae Sulis) de 1.170.000 litros al día a 46 ºC. Justo por debajo del Baño del Rey hay un tanque construido por los romanos y que es el que suministra el agua de los baños.
Termas romanas
Los romanos llegaron aquí en el siglo I a.C. y trajeron consigo el hábito del baño, unido a la relajación en cámaras tipo sauna, espacios secos y húmedos a alta temperatura… lo que hoy llamaríamos un spa. Por eso, al conocer este manantial, los romanos decidieron levantar aquí unas fastuosas termas y les dieron el nombre de la diosa romana más relacionada con la naturaleza: Minerva. También construyeron un templo: el templo de Sullis Minerva.
Casi dos mil años después, han llegado a nosotros la mayor parte de las termas y del templo de Bath, junto con una gran cantidad de objetos procedentes de la vida cotidiana de los romanos en aquel lugar: monedas, inscripciones, estatuas, restos de elementos arquitectónicos…
Este increíble lugar es visitable —pero ojo, no es un spa en el que uno se pueda bañar, esto solo es una especie de museo originalísimo— y que no os podéis perder.
Si vais en coche, dejadlo en alguno de los parkings públicos del centro y lanzaros a conocer Bath. En una de las grandes calles peatonales hay una arcada y, atravesándola, se accede a una plaza en la que destacan dos grandes edificios: la abadía de Bath y, a su derecha, las termas. Empezad por ellas y, a la salida, entrad en la abadía. Un paseo a fondo por la ciudad completará el día. Si preferís ir en un viaje organizado, os aconsejamos las excursiones que organiza Civitatis para, desde Londres, visitar Bath y Stonehenge o, si preferís algo más amplio, excursiones a Bath combinadas con otros dos o tres lugares turísticos de la región.
La visita dura unas dos horas, hay audioguías en español y, además, con versión para niños. Todo lo que se ve es tan interesante que la visita resulta muy entretenida, tanto para mayores como para pequeños. En este enlace puedes consultar los horarios y precios de las entradas a las termas de Bath.
A través de una serie de salas, vas conociendo el origen histórico de estas termas, ves maquetas del edificio original y de sus ampliaciones, te explican las canalizaciones y tuberías que distribuían las aguas y hasta puedes ver el pozo original del que aún hoy, mana un agua anaranjada llena de sales minerales.
En la llamada sala de bombas (donde el agua se bombea al resto de estancias) incluso se puede probar el agua (no sabe nada buena, ya os avisamos, pero la experiencia es divertida, aunque los críos ponen unas caras…).
Sin embargo, lo mejor de la visita está al final, cuando llegas a la gran piscina de agua verdosa alumbrada con antorchas y abierta al cielo. A través de ese hueco superior se ven las estatuas del piso superior y la silueta de la abadía contigua. Los suelos son de piedra y, al tocar el agua, está tan caliente que, en un día británico típico, como cuando estuvimos nosotros, te apetecería justamente eso: nadar en esa piscina romana maravillosa rodeada de belleza.
Vídeo: así es la piscina de las termas de Bath
Si las ganas de bañaros en esta agua son tan grandes que no podéis aguantar, el lugar que os aconsejamos, porque usa el agua de la fuente original es el Bath Thermae Spa.
Abadía de Bath
Al salir de las termas, a vuestra derecha, veréis la imponente fachada de la Bath Abbey, la abadía de Bath, originalmente un monasterio benedictino del siglo VIII. El acceso es gratuito y en la entrada encontraréis folletos con la explicación de las diez cosas más importantes que ver en su interior: las vidrieras, el púlpito, la tumba de James Montagu, las capillas, la sillería del coro… Si la luz acompaña, el interior de esta catedral transmite una paz increíble y su decoración es toda una maravilla.
Las calles, el puente de Pulteney y el Royal Crescent
El ambiente de la ciudad de Bath es juvenil y lleno de vida, no en vano es también una ciudad universitaria. Hay tiendas divertidas, con decoraciones muy originales que atraen la atención cuando pasas delante.
Bath está atravesada por el río Avon y sobre él destaca el puente de Pulteney, uno de los cinco puentes habitados que existen en el mundo y que, en este caso, aloja tiendas de todo tipo: una floristería, un bar de zumos, una tienda de antigüedades… Se construyó en el siglo XVIII.
La arquitectura de Bath es, sobre todo, georgiana, porque fue en la época de los cuatro reyes Jorge, entre 1720 y 1840, cuando se renovó completamente. Uno de sus edificios más curiosos es el gran conjunto de casas denominado Royal Crescent. Está formado por casas pareadas construidas formando una única fachada sobre una curva elíptica y con una gran plaza interna privada cubierta de césped.
Fotos de nuestra visita a Bath
Dónde está Bath
Bath está situada al sur de Inglaterra, unos 185 km al oeste de Londres. En este mapa puedes situarla y ver el mejor modo de llegar a ella.
Vídeo: así son las termas de Bath
Aunque está en inglés, en este vídeo podéis hacer una visita virtual de las termas de Bath, un edificio único en el mundo.