Cuando llega la Semana Santa todos los supermercados y las pastelerías se llenan de figuras de chocolate y una de las más habituales es precisamente la del conejo de Pascua. Hasta hace unos años, esta tradición se mantenía en países del norte de Europa (nosotros la conocemos de nuestras vacaciones en Francia), pero ya ha llegado a España y, cada vez más, los supermercados se llenan de chocolates de Pascua al aproximarse la Semana Santa. La figura del conejo o liebre de Pascua va unida a la tradición de los huevos de Pascua de chocolate.
El final del invierno era una época de ritos de fertilidad en las culturas paganas y, al llegar el Cristianismo, la Iglesia reconvirtió muchas de esas ceremonias en otras de corte religioso católico, manteniendo incluso algunos de sus símbolos. Parece que el conejo, como imagen de la fertilidad aún presente en muchas expresiones del lenguaje común, era uno de esos símbolos que pasó a las celebraciones primaverales, entre las que la principal es precisamente la Pascua.
Tradición del conejo de Pascua: así se generalizó
Esa parece ser la conexión entre la figura del conejo o la liebre y la Pascua. Otra historia es cómo llegó a popularizarse hasta el extremo en que lo ha hecho. Parece que, en un principio, fue Alemania el país donde se fabricaron los primeros conejos comestibles allá por el siglo XVI como un dulce hecho de azúcar. En el siglo XVIII, con las oleadas de inmigrantes alemanes que llegaron a Estados Unidos viajó también esta tradición, que continuaron y expandieron. De hecho, era una de las grandes celebraciones para los niños, a los que se contaba que, si eran buenos, la liebre de Pascua pondría huevos de colores y luego ellos se los podrían comer.