En nuestra ruta de Don Quijote por pueblos de La Mancha en familia, lo más típico que vimos y visitado en casi todos los pueblos son los molinos blancos con sus cuatro aspas (paradas, eso sí). Y la pregunta que siempre surgía era ¿cómo funciona un molino de viento?
Actualmente hay muchos aerogeneradores, que son los «molinos» de viento modernos, y en la mente guardamos memoria de los molinos holandeses, que solo tienen tres aspas. Sin embargo, cuando uno piensa en un molino de viento, lo primero que le viene a la imaginación son los molinos manchegos. Vamos a ver, de forma sencilla, cómo funcionan.
Por fuera son una construcción cilíndrica, hecha en mampostería y completamente encalada, con una puerta y dos o tres ventanucos. El tejado es de forma cónica, y no está fijo, sino que se puede mover. A él están fijadas, en forma de cruz, cuatro largas aspas (llegan a medir 11,5 metros), con un esqueleto en forma enrejada, que luego se cubría de lona (si no, el viento las atravesaría y no podría moverlas).
De esa cubierta cónica, en posición opuesta a las aspas, sale una larga viga hacia el suelo, que se apoya en una estructura, a veces en el suelo, para poder manejarla. Sujetándola con las manos (si lo hacen hombres) o apoyada en el lomo de un asno (que era la caballería cotidiana de los molineros), este largo palo lograba girar el tejado y, de este modo, situar las aspas del modo más idóneo para que el viento pudiese moverlas con la mayor fuerza y velocidad posible. Este mecanismo se copió del funcionamiento de las velas de un barco.
El movimiento giratorio de las aspas se transformaba, mediante un eje y ruedas dentadas al movimiento también giratorio de dos grandes piedras circulares (las muelas). El trigo, o el tipo de cereal que se quisiera moler, se ponía entre esas dos piedras (se echaba por un conducto que comunicaba con ese espacio entre las muelas) y, al girar una sobre otra, lo trituraban, transformándolo en harina. Esa harina iba cayendo por un hueco (una tolva) hacia abajo y se recogía en sacos de esparto.
El molino como construcción tenía tres partes. Por la puerta se accedía a la cuadra o almacén, donde estaban los sacos de grano para moler y los sacos de harina molida. Por encima estaba la camareta, donde se cernía o filtraba la harina de trigo (para eliminar las cascarillas de los granos) y, arriba del todo, estaba todo el engranaje protegido y conectado a la cubierta.
La maquinaria de un molino de viento
De las aspas, por dentro del molino, sale un eje que mueve una rueda. En los molinos de viento de La Mancha, ese eje es horizontal (aunque los primeros molinos que se inventaron no eran así, sino de eje vertical, porque con ellos se extraía agua de pozos y en formato vertical funcionaba perfectamente).
Si te fijas en la imagen, verás con claridad cómo funciona el sistema: el eje horizontal se conecta a una rueda dentada vertical, que mueve otra en horizontal bajo la que están las dos piedras de moler. En el vídeo que tienes más abajo también tienes una explicación completa de todo el proceso de la molienda. Y recuerda: en Campo de Criptana, a principios de agosto, se hace una molienda nocturna en la que se realiza este proceso.
Fotos de molinos de viento manchegos
En la siguiente galería de fotos encontraréis molinos de viento que pudimos ver haciendo nuestra ruta del Quijote con peques:
Vídeo: Así funciona un molino de viento
En este vídeo de la Oficina de Turismo de Consuegra, podéis ver cómo funciona un molino de viento en La Mancha. Aunque al principio aparezcan pequeños textos en inglés, el vídeo está en español (con subtítulos en inglés) y explica de forma muy didáctica todo el proceso de la molienda.
Esperamos que este post os haya resultado interesante, y os recomendamos acercaros a alguno de estos «gigantes» en una ruta por La Mancha con peques 🙂