La jardinería es uno de los trabajos manuales que más relajan. A los niños, tocar la tierra, mancharse, plantar semillas… les encanta, porque es una actividad en la que ensuciarse está permitido. Y el resultado, además, es bonito, tiene que ver con la Naturaleza, se puede regalar… Pues imaginaos si, además, esa planta, ese jardín, no necesita mantenimiento y dura toda la vida. Hoy os contamos cómo crear un minijardín eterno en un recipiente de cristal.
Green Art: un plan en familia divertido para todos
Nosotros hemos descubierto esta actividad de crear minijardines con Sandra Guinart, de Green Art Minijardines. Tiene su local en Azuqueca de Henares, cerca de Madrid, y es allí donde crea estas pequeñas obras de arte vegetal en diferentes tipos de recipientes de cristal, desde grandes damajuanas (apropiadas para decorar la entrada a una casa o el salón, por ejemplo) a frascos pequeños, (ideales como regalo de agradecimiento en bodas, comuniones y bautizos) pasando por contenedores de formas variadas y tamaño medio, incluso una especie de cocos.
A través de la página de Green Art Minijardines en Instagram o en el teléfono 646 788 374 puedes contactar con ella y contratar una tarde en familia creando vuestros minijardines. Así lo hicimos nosotros. Ella pone los recipientes, las herramientas, todos los materiales y su forma tranquila, cercana, divertida de enseñar como hay que hacerlo (y saquitos de chuches y una botellita de agua para cada uno). Nosotros pusimos nuestra creatividad, nuestra atención y el pago de la actividad, claro, que preferimos que consultes directamente porque puede variar con el tiempo.
Así se crea un minijardín eterno
Se parte de un recipiente de cristal en cuyo interior se irán introduciendo todos los elementos del minijardín. La boca, al final, se cubre, bien con una tapa de rosca (con lo que el cierre es prácticamente hermético) o bien con una tapa de corcho, más porosa y que por tanto sí deja salir parte del vapor de agua que se crea en el interior. Os lo contamos por partes.
Siguiendo las indicaciones de Sandra y usando los materiales dispuestos en la mesa de trabajo que compartíamos todos, primero colocamos la base: piedras volcánicas, luego una mezcla más fina como de tierra y elementos que ayudan a que el minijardín enraíce sin problemas.
A continuación, llega la parte más creativa: hay que elegir qué poner. Se puede escoger entre musgo, pequeñas enredaderas, plantitas con diversos tonos de verde, piedrecitas de gravilla blanca, escamas de pizarra… Con unas pinzas largas, palillos, cucharillas, cada uno va creando su terrenito y sus plantas, todos muy concentrados (este tiene mucho de mindfulness, porque hace falta atención plena…). De fondo, Sandra nos pone un poco de música suave y, de vez en cuando, nos apunta alguna cosa, aunque siempre respetando el trabajo de cada uno: “aquí no hay nada que esté mal, hay libertad total para crear”.
Un ecosistema autosuficiente que no necesita riego
Esto de crear un minijardín en un recipiente de cristal se parece bastante a montar un barco dentro de una botella: la misma precisión, la misma forma pausada y cuidadosa de mover las manos, el mismo interés por dotar de belleza al resultado final.
Cuando se acaba (y hay que hacer un esfuerzo por terminar, porque uno se emociona poniendo una plantita aquí y otra allá y puede acabar creando una selva en lugar de un jardín… ?), solo hay que poner la tapa y… ¡ya tenemos el minijardín listo para llevárnoslo a casa!
Lo que lo hace eterno es que, en realidad, lo que hemos creado es un ecosistema autosuficiente. Se provee de luz a través de las paredes de cristal. Como se riega un poco antes de cerrarlo, esa agua se evapora y, al no poder salir, vuelva a precipitarse sobre las plantas, como su fuera lluvia… No hay que tocar el frasco, no hay que abrirlo cada equis días para regarlo… se mantiene así mientras no se acabe el agua. En nuestro caso, como la tapa era casi hermética, la pérdida de humedad es muy leve y quizás tengamos que reponerla dentro de un par de años; lo notaremos porque veremos que ya no se condensa el vapor en las paredes del recipiente y porque la tierra se ve seca.
Fotos de nuestro taller para crear un jardín en una botella de cristal
En total han sido más de 2 horas en esta actividad creativa que se nos han hecho muy cortas. Todos salimos con una sonrisa en la cara y un precioso minijardín entre las manos. En esta pequeña galería de fotos podéis comprobarlo…
Os aconsejamos esta actividad que, de verdad, es para todos los públicos, porque tanto los niños como los adultos disfrutan mucho con ella. Por cierto, Sandra tiene también página de Green Art Minijardines en Facebook y acude a muchos mercadillos de artesanos durante el año en el que se pueden comprar sus creaciones.