Si vais a Dublín en familia, os aconsejamos esta excursión, que te lleva al pueblo pesquero de Howth, en una pequeña península llena de encanto, con playas y acantilados preciosos. En el mismo trayecto se puede visitar el castillo de Malahide y el Casino Marino, un palacete neoclásico con mucha historia.

Nosotros hicimos esta visita con la empresa Irlanda en español, hace algunos años ya, que nos pareció una excelente idea para conocer a fondo esa zona con un guía especializado, residente en Dublín, pero… español. Óscar, que así se llamaba nuestro guía, era muy simpático y, además de toda la información de los tres puntos básicos de esta ruta (primero se visita el Casino Marino, luego el castillo de Malahide y sus jardines y, finalmente, el pueblo de Howth, con ruta por los acantilados incluida) nos contó montones de anécdotas y detalles interesantes de cómo es la vida cotidiana en Irlanda.

En este enlace podéis reservar una excursión a Howth y Malahide a muy buen precio y en español; y si buscas más opciones de excursiones desde Dublín, mira esta otra excursión a Newgrange y al valle del Boyne, uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de Irlanda.

El punto de encuentro es en pleno centro de la ciudad, en la calle O’Connell, enfrente del hotel Gresham. Allí nos recogieron con un minibús Óscar, el guía, y Ramón, el conductor, que hacía poco había llegado de Zaragoza para trabajar en Irlanda en Español (www.irlandaenespanol.com). Guiados por ellos, dedicaríamos este día, desde las 10 de la mañana hasta las 5 de la tarde aproximadamente, para conocer el Casino Marino, el castillo de Malahide y el pueblo pesquero de Howth. Nos acompañaba una pareja de jóvenes, un matrimonio con dos hijos adolescentes y dos hermanas con su madre sexagenaria (pero en plena forma). El precio fue de 35 euros para adultos y 30 euros para estudiantes (ya con todo incluido, también las entradas a los monumentos que se visitan durante la excursión).

El Casino Marino

La primera parada fue el Casino Marino, que no tiene nada que ver con el juego: se trata de un palacete de estilo neoclásico, construido en el siglo XVIII, situado en una gran finca propiedad de los condes de Charlemont que lo utilizaban para recibir a sus amigos y organizar fiestas y comidas durante sus estancias vacacionales en esta zona, muy cercana al mar.

En esta misma propiedad, la familia tenía una gran residencia comunicada con este palacete mediante un túnel excavado expresamente para ser utilizado por los criados, que así podían ir de la casa al palacete sin ser una molestia para la vista de los invitados, que disfrutaban en los jardines. Desde aquí se contempla una magnífica vista de la bahía de Dublín.

Durante la visita se recorrían las distintas dependencias del Casino Marino (traducido como “casita”) y se admiraban algunos trucos de su construcción (sus puertas secretas, sus ventanas distintas desde el interior que hacia el exterior…).

El Casino Marino es uno de esos edificios que por fuera parecen uno más de tantos, pero que te van descubriendo un montón de historias divertidas que hacen revivir su historia (pero necesitas quien te las cuente, claro, y para eso contamos con el excelente trabajo de nuestro guía Óscar).

El castillo de Malahide y sus jardines

El siguiente hito de esta excursión de un día era el castillo de Malahide, del siglo XII, residencia de la familia Talbot durante más de 800 años. Aquí no permitían que guías distintos a los suyos hicieran visitas, y eran sólo en inglés, así que nos entregaban una audioguía que se encendía automáticamente al entrar en cada sala del castillo, para que pudiéramos hacer el recorrido con sus explicaciones grabadas.

En este castillo de los Talbot era obligatorio ir en grupo, eso sí, pero la visita se realizaba perfectamente de este modo. La verdad es que la guía del castillo que nos tocó —Margaretta— hablaba un inglés con acento dublinés, pero muy entendible y lleno de bromas y chistes, así que, si os atrevéis con el idioma, podéis prescindir de la audioguía. El castillo tiene también una especie de leyenda que habla de una dama encantada que recorre sus habitaciones (ya sabéis, la típica leyenda de todas las casas solariegas). Junto al castillo de Malahide hay una gran abadía que no visitamos, ya que ahora está en ruinas.

Para los niños es posible que ir contemplando muebles antiguos, grandes chimeneas, lámparas… no sea de lo más divertido, pero hay una zona en el castillo, la de los dormitorios, donde se ve cómo era un cuarto infantil del siglo pasado, con sus juguetes, su camita, una cuna, el orinal… todo muy bien conservado. Aquí los chicos se quedan absortos con la sorpresa. También está el dormitorio de los padres, vestidores para el padre y para la madre, un cuarto de baño… cada detalle de estas habitaciones cuenta una historia y es de lo más curioso.

Fuera del castillo de Malahide están los jardines del castillo, con un pequeño lago, un invernadero, todo tipo de flores y plantas de todo el mundo. Aquí podías permanecer el tiempo que quisieras y daba gusto ir viendo las plantas, conocer sus nombres y sus orígenes… Los chicos podían corretear y, si no ibas en una visita guiada, como íbamos nosotros, incluso te podías traer un picnic y comerlo en el césped. Nosotros preferimos visitar su cafetería y degustar un café y unos refrescos con un par de maravillosos trozos de tarta de queso y de chocolate (absolutamente recomendable). La tienda del castillo tiene muchos objetos interesantes (aunque no es barata, como suele ocurrir en estos casos).

Howth

La última parada de esta excursión desde Dublín era lo mejor del día: Howth (pronunciadlo “jout”, con la jota suave). Se trata de un pueblecito pegado al mar, que vive de la pesca y del turismo y al que los dublineses van a comprar pescado (en Dublín no hay pescaderías propiamente dichas). Al puerto suelen acudir focas —sobre todo cuando vuelven de faenar los barcos— y ése es un gran atractivo cuando se va con niños.

Nosotros no tuvimos mucha suerte en esta ocasión, pero en un viaje anterior sí que tuvimos la suerte de avistarlas. El minibús nos subió hasta la cima del pueblo (el Howth Summit), donde se pueden ver unas maravillosas vistas de la costa y del mar. Desde allí, tomamos un caminillo que, bordeando los acantilados, baja hacia el pueblo. Tardamos unos 40 minutos en recorrerlo tranquilamente, parándonos de vez en cuando a hacer fotos. Había señales advirtiendo del peligro por la proximidad de los acantilados, sí, pero no vimos que hubiera ninguno si se sigue el camino y ya está (de hecho, no sentimos ese riesgo en ningún momento).

Las vistas desde esta ruta por Howth son impresionantes, tanto del faro de Bailey como de las rocas golpeadas por las olas, el brezo que alfombra la loma por la que íbamos caminando… todo precioso, con el verde por un lado y el azul por otro.

Nuestra ruta con niños desde Dublín

Nuestra experiencia con Irlanda en Español fue espectacular, y os la recomendamos. Pero por si váis a pasar unos días en Dublín y queréis hacer estas pequeñas escapadas por vuestra cuenta, en este mapa os marcamos los lugares de la ruta:

Fotos de Howth, Malahide y Casino Marino

Finalizada la excursión, a eso de las cuatro y media se volvía a Dublín, donde llegamos alrededor de una hora después. Estábamos cansados (sobre todo por la caminata junto a la costa), pero con la mente llena de imágenes que no olvidaríamos, como puedes apreciar en esta galería de fotos:

La comida fue a nuestro aire y no iba incluida en el precio. En el centro de Howth, junto al puerto, hay muchos restaurantes que ofrecen pescado, mejillones, fish and chips… En un próximo artículo os recomendamos dónde comer en Howth por si vais y estáis indecisos.

Pulsa en el siguiente enlace para ver todas las excursiones que organiza Irlanda en Español.