A veces nos gusta hacer escapadas o, cuando viajamos, pararnos en el camino a hacer alguna visita más corta que haga que disfrutemos del trayecto del viaje y no sólo del destino final…

En nuestra ida a Barcelona hace unos años, antes del coronavirus, nos paramos en Santa María de Huerta, que está junto a la autovía A-2, en el km 177 (a medio camino entre Madrid y Zaragoza, muy cerca, también, de Soria capital). El pueblecito es pequeño, no tiene gran cosa; de hecho nos costó encontrar un bar en el que tomar un café; al final entramos en el que está justo enfrente del monasterio, el único edificio interesante y que sin duda merece una visita.

La entrada costaba 4 euros (cuando estuvimos nosotros) y la visita es libre, no guiada (puedes consultar las condiciones actuales en la web del Monasterio). Te dan una pequeña guía-folleto en papel con el que puedes ir siguiendo el itinerario que te proponen y enterarte de lo más importante que contiene esta pequeña joya de la arquitectura cisterciense.

Visitar un monasterio con los niños de esta forma tiene la ventaja de que te puedes ir deteniendo en lo que más les interesa y pasar más deprisa por las dependencias que no les resultan tan atractivas. En total se tarda como una hora en verlo todo.

El día que estuvimos, un miércoles por la mañana, no había más visitantes que nosotros, aunque es cierto que debían de ser las diez de la mañana y que hacía bastante frío.

En la parte exterior hay una maqueta grandecita que te permite apreciar la magnitud del edificio y entender bien la estructura que tiene. Los críos se subieron al borde para mirarlo mejor (en la galería de fotos podéis verlo).

El interior está bastante bien conservado; lo más interesante es el claustro, la iglesia y, sobre todo, el refectorio (el comedor de los monjes) y la cocina, con una chimenea enorme que a los chicos les encantó. La arquitectura cisterciense entró en España desde Francia y sus rasgos básicos son los del gótico (arcos apuntados, bóvedas de crucería, rosetones, mucha luz para sentirse cerca de Dios…). En este .pdf tenéis la  historia completa de la orden del Císter y de Santa María de Huerta.

Explicar a los chicos edificios de este tipo y hacer que disfruten no es tarea fácil, pero siempre hay que intentar hacérselos atractivos. En este caso, el polo de atracción fue el refectorio, una sala preciosa, larga, donde comían los monjes y con un púlpito desde el que uno de ellos leía libros sagrados mientras los demás tomaban sus alimentos.

Les recordamos la película El nombre de la rosa, que hemos visto con ellos, y les hicimos imaginar cómo sería una de esas comidas. Se subieron al púlpito e hicieron como si estuvieran leyendo. Desde el refectorio, un ventanuco hace de pasaplatos con la cocina, contigua. Por supuesto lo probaron, imaginaron cómo sería tal trasiego de comida de un lugar a otro. La chimenea de la cocina es especialmente interesante, sobre todo porque es un lugar que en otros monasterios no es visitable. El tiro es largo y tiene una cubierta para que, si llueve, no se apague el fuego.

Los monjes, que viven aún en el monasterio, confeccionan mermeladas y membrillo, así que antes de irnos podemos llevarnos un dulce recuerdo de la soriana Santa María de Huerta.

Fotos: visita al monasterio de Santa María de Huerta

Aquí compartimos algunas fotos de nuestra visita en familia a este monasterio cisterciense:

El Císter: una rama rebelde de los cluniacenses

Los monasterios cistercienses son formados por religiosos que querían volver a una vida realmente de pobreza y humildad, algo que los cluniacenses habían olvidado. Son –dicho de una manera que a los chicos les suene actual– unos rebeldes que quieren acabar con la “corrupción” en la que, según ellos, habían caído otros monjes.  Quieren ser auténticos y practicar la soledad y el retiro del mundo.

La pobreza en que vivían se refleja también en los edificios cistercienses, austeros y sencillos. Creen también en el trabajo manual como signo de liberación y quieren ganarse el pan con sus propias manos. Para no tener que abandonar el monasterio y su vida enclaustrada, los monjes cistercienses acogían a individuos no religiosos de las capas sociales más humildes para que se dedicasen al cuidado de la granjas alejadas del monasterio; son los hermanos conversos (en Santa María de Huerta hay también una sala que era entonces el lugar donde esos trabajadores comían). Se llaman “cistercienses” porque nacen en la población francesa de Cister, desde donde, en el siglo XI-XII, entran en España.

El origen del Monasterio de Santa María de Huerta

El monasterio de Santa María de Huerta se asienta en la vega del Jalón, al sur de la provincia de Soria, haciendo frontera entre los antiguos reinos de Castilla y Aragón.

Monasterio cisterciense del linaje de Morimond, surge cuando unos monjes del monasterio francés de Berdous se instalan hacia el año 1.144 en la villa de Cántavos, término del actual pueblo de Fuentelmonge, a unos 15 km. de Huerta. Aquí los monjes poseían una granja y decidieron establecerse en ella definitivamente hacia 1.162, dadas sus mejores condiciones de vida. Desde entonces el monasterio se fue construyendo y ampliando a lo largo del tiempo, residiendo siempre una comunidad de monjes hasta su expulsión en 1.835 por la exclaustración y desamortización promovida por Mendizábal. Finalmente vuelven los monjes en 1.930.

Dónde está el Monasterio de Santa María de Huerta

En este mapa os señalamos la localización exacta del monasterio, cerca de la Autovía del Nordeste A-2, en la provincia de Soria: