En 2013 nos apuntamos a una excursión con coches de todo terreno por los alrededores de la ciudad de Cuenca… pero no era una excursión cualquiera, sino que era muy especial. La ruta 4×4 era una especie de gymkana, con coches, sí, pero en la que también podían ir niños y no solo de pasajeros, sino como participantes activos.

En nuestra familia siempre hemos sido muy aficionados al mundo del motor, a los chicos parece que les ha picado el gusanillo, y se implican en las actividades a las que los padres nos apuntamos por pura pasión 😉

Esta ruta 4×4 por Cuenca era una experiencia muy especial para toda la familia, porque, en realidad, es un aperitivo de la verdadera aventura todo terreno para conseguir consumir lo mínimo posible: el EcoDesafío, igualmente para padres e hijos, pero que transcurre por Marruecos.

Los organizadores de esta experiencia eran los mismos del Desierto de los niños, una excursión anual por Marruecos en 4×4 de ocho días de duración en la que los participantes trasladan material escolar donado por los patrocinadores a las aldeas por las que se transcurre la ruta. El pasado año, además, un grupo de oftalmólogos realizaba evaluaciones oculares a los niños y regalaron gafas correctoras de Alain Afflelou a aquellos niños que las precisaban. El Desierto de los Niños coincide con las vacaciones escolares de Semana Santa.

El EcoDesafío de Cuenca

¿Y qué hacen los niños en una experiencia como ésta? Pues pasarlo bien. No es una carrera, no irán dando saltos en el asiento trasero, porque el EcoDesafío consiste en una competición en que el equipo que menos combustible consuma tendrá su trofeo. Y la versión “local”, este EcoDesafío Cuenca, es igual. Es decir, no hay que correr mucho por los caminos, especialmente para no molestar. De hecho, los organizadores no dejan de recalcar que la velocidad máxima por los caminos no debe sobrepasar los 30 km/h.

No sabemos si las experiencias de este tipo se celebrarán de igual forma después del coronavirus, pero estamos seguros de que habrá experiencias parecidas en las que podremos volver a disfrutar en familia de la naturaleza, la conducción y ese equilibrio necesario entre los coches y el medio ambiente 😉

En el EcoDesafío de antes del coronavirus había muchas categorías, para que todos pudiéramos disfrutar, a todas las edades. Los niños eran especialmente brillantes en una gymkana fotográfica “inversa” que consistía en memorizar más de sesenta fotos que se te entregaban y anotar —si conseguías dar con ello— en qué kilómetro del recorrido la habían hecho. No era fácil, porque estaban todas desordenadas, y poder identificar un árbol —por peculiar que sea su forma— o un montón de piedras, cuando el recorrido es de más de 40 kilómetros, requería mucha memoria visual y mil ojos; mil, porque mientras tanto alguien tiene que ir orientando al conductor sobre qué rumbo tomar.

Y orientar al conductor sería, a la postre, lo más fácil, después de la práctica que el equipo había ido adquiriendo: otras de las pruebas que ya habíamos superado eran gymkanas en las que identificar rumbos. Lo llamaban prueba de navegación y, en ella, los caminos a seguir en cada cruce (ojo, que son caminos, roderas, senderos…) los conocíamos gracias al cuaderno en el que nos iban dando los grados del camino respecto al norte (para lo que necesitábams una brújula, sea electrónica o de las de toda la vida) o con esquemas de la dirección a tomar, lo que se llama en la jerga del 4×4 roadbook. Y tenían sus correspondientes Premios a la Navegación.

Por si la parte del coche no se te daba bien, había una gymkana a pie en la que se pretendían descubrir distintos rincones de la ciudad de Cuenca, no siempre conocidos ni siquiera por los propios conquenses.

La diferencia entre que una excursión en 4×4 sea un agradable pasatiempo o una actividad de riesgo depende de los organizadores. Si nunca lo has hecho, lo mejor es hacerlo en compañía de gente más experimentada y preparada para imprevistos: quedarse con el coche atorado no es divertido si uno está solo o con otros «pardillos» y, en caso de un problema de salud, la solución puede que no esté a la vuelta de la esquina. Y con niños no es cuestión de arriesgar.

En este caso, la «civilización» estaba siempre relativamente cerca. Las rutas campestres se realizaban por la Serranía de Cuenca y el arranque era en un camping próximo a la capital, en el que actividades como piraguas o bicicletas son habituales. Nunca nos alejábamos demasiado de la ciudad y ya contábamos con la gymkana urbana, al final de la primera etapa, que acababa en la Plaza Mayor de Cuenca, donde el alcalde nos dio la bienvenida a los participantes.

Si te animas a participar en una experiencia familiar en 4×4 como el EcoDesafío de Marruecos, te anticipamos que en nuestro fin de semana conquense conocimos a algunas familias que iban a hacerlo, y tenían niños pequeños. La organización de este tipo de actividades los suele tener todo previsto, incluso llevan un pediatra, por si acaso. En el caso concreto de la organización del EcoDesafío, tienen toda la experiencia acumulada del Desierto de los Niños, y son profesionales muy experimentados. ¿Sus nombres? Nacho Salvador y Lucas Cruz. Por si no te suenan, el primero es director de la revista Autoverde 4×4 y el segundo, un avezado participante en el Dakar.

Nuestra experiencia en una aventura familiar 4×4

Como os comentábamos antes, no sabemos muy bien cómo se desarrollarán este tipo de acitividades después del coronavirus, pero esperamos que puedan volver a organizarse, con todas las garantías y seguridad, porque nos parecen que son una muy buena fórmula para practicar el turismo familiar sostenible, solidario y muy, muy divertido 😉 En estas fotos podéis ver una muestra…

Para participar en este EcoDesafío sólo se necesitaba un coche con el que poder hacerlo. Un SUV puede bastar, aunque es más que recomendable que, además, tenga tracción total, por si acaso las condiciones del suelo —barro, especialmente— se ponen difíciles.

Cuando nosotros participamos en esta experiencia en Cuenca, en 2013, la inscripción costaba 20 euros por coche y 15 por persona, que incluía la cena de confraternización. La comida se podía hacer por libre o en un restaurante concertado que salía a 15 euros los mayores y 6 euros cada niño.

Pernoctar en el Camping Cuenca casi resultó lo más costoso (cosas de no vivir allí ni tener familiares cerca) salía a 99 euros la noche, pero los bungalows de madera eran muy agradables (tuvimos que pedir que conectaran la calefacción, a pesar de estar terminando mayo).

El coste del combustible depende del coche, pero nosotros gastamos durante todo un día, en la prueba de consumo algo menos de diez euros (aunque hubo quien gastó el doble).