Hemos subido con los niños la duna de Bolonia, en la costa atlántica de Cádiz, y ha sido una experiencia muy divertida. Hemos ido prontito a la playa y, antes de meternos en el agua, hemos pensado: “¿qué habrá justo detrás de la duna? ¡Vamos a descubrirlo!”. Nos habíamos protegido con crema solar y hemos llevado una botella de agua y unas gorras por si acaso.

Otra escapada interesante para unas vacaciones con niños en la provincia de Cádiz es esta excursión a Vejer y Conil disponible desde la ciudad de Cádiz o desde El Puerto de Santa María.

El principio de esta ruta es fácil: se trata de una pasarela de madera construida en paralelo a la playa, de manera que, cuando la recorres en dirección a la duna, tienes el mar a la izquierda y, a la derecha, te queda primero el parking (si vais en coche, podéis dejarlo allí), luego las ruinas de la fábrica romana de salazón de Baelo Claudia y, finalmente, un pinar que enmarca la duna por el lado derecho.

A lo largo de la pasarela hay varios paneles en los que se explica el origen e importancia de la duna como monumento natural. Tiene más de 30 metros de altura y 200 de anchura y está en la ensenada de Bolonia, dentro del Parque Natural del Estrecho, una auténtica preciosidad.

Cuando acaba la pasarela de madera, te encuentras al pie de la duna y no parece tan alta, salvo que, si hay gente subiendo,  los ves bastante pequeños, lo que te da idea de que, aunque parezca que es fácil llegar a la cumbre, quizás no lo sea tanto.

Al iniciar el recorrido sobre la arena, resulta más dificultoso: los pies se te hunden y avanzas con dificultad, mucho más despacio de lo que quisieras. Llevaos calzado apropiado. Nosotros nos fuimos con las chanclas de la playa y llegamos hasta arriba sin mayores problemas, pero seguro que habría sido más fácil con deportivas o calzado de mayor sujeción.

Es una duna viva, que sigue creciendo y avanzando tierra adentro, alimentada por el viento de Levante (ya sabéis, ése tan incómodo cuando lo que quieres es bañarte, aunque hay playas gaditanas en las que no da el Levante. Para evitar ese crecimiento desmesurado, se ha hecho crecer el pinar que se ve a la derecha, que es de pino piñonero repoblado con matorral y de alto valor ecológico.

Al subir te encuentras los típicos escarabajos negros que dejan sus huellas como un caminito sobre la arena y, de vez en cuando, también alguna planta. No hay sombra, por eso es muy recomendable iniciar el ascenso de buena mañana y llevar gorra.

Poco a poco vas viendo la cumbre más cerca, aunque, a lo largo del recorrido, hay “falsas alarmas” de llegada, porque la duna hace como escalones y, cuando crees que ya estás arriba, viene un repecho y una nueva subida.

Fotos de la ruta por la duna de Bolonia (Cádiz)

Tardamos como media hora en subir y, claro, al llegar a la cima, lo primero fue hacerse fotos “conmemorativas” para probar nuestra hazaña. Al otro lado de la duna, hay vegetación (lo podéis ver en la galería de fotos), y no hay mucho más que ver, así que solo queda iniciar el camino de bajada.

Es un paraje protegido, pero algunas personas no parecen saberlo y encontramos algunas muestras de incivismo en forma de bolsas y colillas. Aprovechamos para concienciar a los chicos de que nunca hay que hacer eso…

Dónde está la duna de Bolonia

En este mapa puedes situar el lugar exacto donde se encuentra la duna de Bolonia y puedes calcular cómo llegar a ella.

Al llegar abajo, ya no seguimos de nuevo la pasarela, sino que caminamos por la playa, dejando que las olas nos refrescaran los pies, que falta nos hacía. En total hicimos 1 km y tardamos casi una hora.