En una escapada al Valle del Jerte merece la pena recorrerlo para descubrir un montón de estampas inolvidables. Además de sus archiconocidos cerezos en flor en primavera, el Valle del Jerte está lleno de sitios con encanto, pequeños rincones típicos en los que verás cascadas y otras pequeñas corrientes de agua, si la sequía no lo impide…

Fotos espectaculares en el Valle del Jerte

Incluso aunque a tus hijos no les guste demasiado la fotografía, cuando hagas una toma a velocidad muy lenta en alguno de los riachuelos del Valle del Jerte y vean que “el agua parece espuma”, tienes garantizado que te pidan una clase rápida para aprender a hacer lo mismo 😉 Claro, que, para eso, hay que encontrarse en rincones espectaculares que parecen salidos de un cuento de hadas o de paisaje encantado de la Europa nórdica…

Pero estamos en el cacereño Valle del Jerte, y hemos buscado sitios con encanto en los que sentirse descubridor de un nuevo espacio natural. Si visitas estos espacios con tu cámara de fotos, vete preparando para decir a tus hijos que quizá con su cámara no saldrá lo que ellos quieren y “que, si quieres salir en la foto, tienes que estar quieto como una estatua”; tan divertido como imposible para los niños 😉

Garganta de Puria y El Torno

Sin que sean cascadas, encontrarás rincones preciosos como la Garganta de Puria, mientras recorres la enrevesada y menos turística carretera CCV-51, desde la que tendrás bonitas vistas del embalse de Plasencia al atardecer. Sí, esto es el Valle del Jerte…

Cerca de la localidad de El Torno, pegado a la carretera, se encuentra también un tranquilo mirador con un parque de olivos y unas esculturas de figuras humanas que constituyen un monumento dedicado a los guerrilleros antifranquistas que cayeron víctimas de la guerra civil que asoló España en el siglo pasado.

Sin duda, os recomendamos este «rincón oculto» del Valle del Jerte, pero si tenéis la suerte de poder pasar unos días en este maravilloso entorno de la provincia de Cáceres, no podemos obviar estas rutas a pie por el Valle del Jerte (con peques, claro), una curiosa visita a una piscifactoría y, cómo no, el museo de la cereza.